Se trata de un proyecto que combinó una metodología propia de la participación comunitaria pero basado en una convivencia intercultural, un encuentro e intercambio entre personas que aunque vivan cerca no conviven. No conviven porque posiblemente no se conocen ni se entienden y el contexto socioeconómico actual aporta muchas más dificultades para que puedan relacionarse como una comunidad. Planteamos un modelo que se base precisamente en convivir, aprender, conocer, cooperar, entender, disfrutar, empatizar, proponer e incidir hacia el cambio social. Diseñamos un proceso multidisciplinar que se adaptó a la realidad concreta del entorno y las personas con las que vamos a trabajar, poniendo en primer lugar siempre a los/as beneficiarias y su protagonismo en todas las acciones. Se trató de acompañar a través de la formación y la promoción de actividades de convivencia entre personas que forman parte del mismo entorno, buscando con ello la adquisición de habilidades y competencias para la transformación social y la convivencia entre culturas.
Al finalizar el curso, el 75% de los participantes en el Proyecto, transformaron en conocimiento aplicado, todos los contenidos adquiridos mediante la formación y sensibilización recibidas, a través de la intervención en situaciones reales en su entorno próximo.
Como resultado destacable y tangibles destacamos el hecho de que las asociaciones de los barrios se han comprometido a repetir el mismo evento el año que viene.
Las acciones formativas han mejorado la integración social de estas personas a través de la participación comunitaria, del ser escuchadas, escuchas a otras personas, aprender de ellas y superar sus prejuicios desde el compartir espacios de participación.
La Fiesta Comunitaria Intercultural fue organizada por las propias asociaciones del barrio teniendo nuestro consorcio un papel de dinamizadores y acompañantes. Se trataba de ayudarles en tener un desarrollo propio y con recorrido autónomo.